Quien haya tenido la fortuna de ver a Agustina Chalupowicz armar sus composiciones comprenderá lo orgánico e intuitivo de su hacer, como si en lugar de acrílico, vidrio o cemento moviera partes de sí misma. Transforma el espacio en un altar y nos  invita a observar los cúmulos que la ciudad olvida —la mancha, la fisura, el escombro —, hace de esos elementos una oda a aquello que nacido para ser margen se agrupa, cobra fuerza y resplandece. 

Los dobleces y pliegues de cada pieza nos indican que esos cuerpos danzan secretamente cuando no los miramos, con una música que si prestamos atención podemos oír: una melodía cadente y suave, como el OM de una meditación.

Por momentos parece que están a punto de caerse o que no respetan ningún orden, pero esa sería una mirada muy ingenua: Hay que moverse, contemplarlas desde otro lugar y solo así descubriremos la  energía que las sostiene, la forma en la que dialogan y como cada una en su unicidad se desprende del todo. 

¿Qué pasa alrededor de las formas? ¿Qué mundo se abre entre las partes? Acostumbrados a ver la materia y no el espacio que las separa,  cada pieza parece girar en una misma órbita: arrimándose,  repeliendose y suspendidas como sí en las composiciones de  Agustina no existiera la gravedad. De la misma forma las manchas y sus texturas nos dan la certeza de que la pintura podría volver a estar húmeda si quisiera ya que en el universo que tenemos ante nuestros ojos no hay diferentes estados de la materia. 

Hay un último gesto que completa la escena: Aparece la sustancia orgánica y viva, un guiño a aquella planta que se abre paso entre el concreto de la ciudad y florece. Cada uno de esos frutos y flores necesitó  de una luz solar que la volvió alimento, de la misma manera, la artista se apropia de esa luminosidad y hace que los rayos atraviesen y jueguen en las transparencias de su obra. 

 Sin lugar a dudas, esta muestra es una celebración de la luz y la materia, un elogio a aquello que sucede entre las partes, como un poema que enterado del silencio, lo agradece porque sabe que en él lo demás cobra fuerza.

Muestra Como un poema enterado del silencio de Agustina Chalupowicz en Galería Pionera — Pinamar Octubre 2022